OH CIELOS!!!!

Lo confesamos: no teníamos idea de la existencia de Natalia Spollansky, quizás por eso, dormíamos todas las noches y hasta soñábamos con los angelitos. Pero una lectora nos hizo llegar ciertas direcciones, nos dio curiosidad, entramos y sabemos que no volveremos a dormir jamás. No sabemos bien si agradecerle a la lectora u odiarla para toda la vida, aunque hemos optado por decirle ¡Gracias!
Natalia Spollansky hace de todo: toca el clarinete, canta, compone, toca el piano y hasta se pone medio en bolas…todo eso MAL. Lo único que hace bien es cobrar en el Centro Cultural España Córdoba y en la Municipalidad, pero eso es nada…escribió lo que sigue, que es tan ridículo que ni siquiera necesita un comentario nuestro. Cae por su propio peso.

Advertencias:
Los lectores demasiado sensibles deben cerrar esta página. Los crucificados no se responsabilizan por infartos, depresiones y suicidios producidos por su lectura.
No es recomendable que los menores de 18 procedan a su lectura ya que conduce irremediable a la pérdida del título del primario y/o secundario.
Se recomienda a los lectores que estén en un geriátrico, tomar todos sus medicamentos y hacer su testamento antes de su lectura. Los crucificados no responderán por pérdidas a la salud y/o patrimonio.
Aquellos lectores que sufran impotencia, no deben bajo ninguna circunstancia leer lo que sigue a riesgo de empeoramiento de su situación; no así los lectores que tengan eyaculación precoz que pueden leerla con total tranquilidad que no pasa nada.
Se recomienda a las lectoras que padezcan anorgasmia, frigidez o vaginismo su lectura, ya que el conocer que están acompañadas es altamente terapéutico.



Siempre quise ser invisible.
Pero cuando él elige no verme, ya no me gusta.
En esos momentos,
me disfrazaría de cualquier cosa,
con tal de que sus ojos me indagaran un rato.
Aunque sea.
Podría ser un ventilador
para ahuyentarle el flequillo que descansa
sobre sus pupilas ciegas;
O su canción preferida para que al tararearla,
me absorbiera en su garganta
y me dejara quedar ahí.
Y yo evitándole el bostezo,
tan en penumbras, en esa caverna, toda para mí.
Si él me dejara quedar ahí.
Aunque sea.