ENVIANOS TU DENUNCIA

Guardamos tu privacidad, pero si dudás abrite una cuenta con otro nombre y mandala. Decí lo que no te dejan decir, denunciá los actos de corrupción que conocemos todos. Escribinos a: loscrucificados@yahoo.com.ar

viernes, 24 de agosto de 2007

ARTICULO DE TITTLE TATTLE

Thank god Ludwig died a deaf man. Atrocidades de cierre de Temporada


poor Ludwig



Estuve considerando explicar porqué publico una crítica sobre un concierto que ocurrió hace más de un mes, pero creo que sería demasiado aburrido e improductivo...
Well, well. La temporada del Teatro San Martín terminó finalmente. En este punto es pertinente preguntarse si alguna vez comenzó, pues son contados con los dedos de una sola mano los conciertos y presentaciones de organismos oficiales en nuestro Coliseo Mayor. Me resulta sumamente estéril ingresar en este terreno de discusión, pero no me gustaría que se pase por alto la absurda ironía de que, durante el 2006, Córdoba fue nombrada capital de la cultura. Un elefante rosa gigantesco en plena avenida Vélez Sársfield, que nadie parece haber visto.

uuuUUUHHH???Ahora a lo nuestro. Me tomó mucho coraje decidir ir a la presentación del viernes 22 de diciembre en el Teatro del Libertador. Hace tiempo que dejé de asistir a los conciertos de la orquesta sinfónica, un rejunte de aves carroñeras –salvo honrosas excepciones- que se dedican a destrozar el repertorio más maravilloso como si fuese carne podrida. Pero me hice de valor y decidí darles una chance. Después de todo, hacía tiempo que no los escuchaba y en mi ingenuidad pensé que las cosas podrían haber cambiado. Claro que estaba a punto de descubrir mi error, y pagar por él.

Para intentar terminar con bombos y platillos una paupérrima temporada con una agenda prácticamente inexistente, la Orquesta Sinfónica junto a los coros Polifónico y de Cámara presentaron ni más ni menos que la Novena Sinfonía de Beethoven. Qué atrevimiento. Just for the record, hablamos no sólo de una de las más importantes obras de todo el repertorio sinfónico, sino de una de las mayores y más maravillosas creaciones de la literatura universal, y uno de los grandes legados del Hombre, una obra cuyo mensaje de amor hacia toda la Humanidad nos puede conmover hasta las lágrimas. Nunca se preguntaron si eran capaces de elevarse a la altura de las circunstancias y abordar la monumentalidad de semejante obra. No, no. Se habrán limitado a pensar “de nuevo esta porquería” (no es la primera vez que nuestros queridos cuerpos oficiales la incluyen en su programación), y habrán tocado, apenas, y no en todos los casos, las notas que encontraron frente a sus atriles, para luego continuar con sus fútiles vidas y creer que hacen un invalorable aporte a la cultura local. ASCO

Debo aclarar que me resultaría muy fácil hacer un análisis comparativo, teniendo en cuenta que he escuchado en vivo muchas veces esta obra, interpretada por las mejores orquestas y los grandes directores del mundo. Pero esta rendición cordobesa fue espantosa sin relativizar. Pura basura desde el comienzo hasta el fin. Los primeros tres movimientos, sólo instrumentales, se hicieron interminables. No pude comprender qué era lo que se estaba intentando decir (claro que sabemos que no intentaban decir nada realmente), y por momentos el ruido se tornó insoportable. Los arcos de los violines resultaban caóticos y en más de un pasaje fue imposible adivinar qué era lo que estaban tocando. Y fueron lo mejor de la noche. El sonido emitido por la fila de violoncellos se asemejó al graznido de un pato con cáncer de estómago. Las maderas en su conjunto y los vientos en general lograron momentos realmente atroces. La falta de afinación, de fraseo, de equilibrio sonoro fue tan grosera que no pude menos que preguntarme para qué lo intentaban. A esta altura lo mejor que puede ocurrir es que sigan cobrando sus sueldos mientras hacen paro, así al menos no tocan, y tampoco molestan. Destaco algunos momentos: el cornista, que fue incapaz de pegarle a una sola nota en su único solo de la noche (el público habitué de la orquesta está acostumbrado a escuchar algo así como un PRRBRBRBPRRHHHHHhhh en las partes de los bronces, nada que se parezca a lo escrito originalemente. Si eso no es “educar al pueblo”, entonces qué es). O los dos clarinetistas, que en el tercer movimiento lento (bien tocado puede llegar a ser la música más sublime que hayamos escuchado) lograron que desee tener a mano un destornillador o un picahielo para introducirmelo en mis oídos y reventarme los tímpanos. Y así sucesivamente.
Supongo que sería muy fácil para todos culpar al director Plis-Steremberg, afectado por su enfermedad, e imposibilitado para realizar su tarea en la mejor de las condiciones físicas y mentales. Claro, es absolutamente cierto; pero no se engañen niños, la mediocridad de la orquesta no necesita de ayuda: se sustenta por sí sola.


my ears!!!



Para el movimiento final ingresaron el coro y los solistas. Más intrascendencia y desgano para torturar nuestra sensibilidad. Nadie les avisó que debían cantar los maravillosos versos de Schiller elegidos por Beethoven. Podría haber sido la lista de precios de una verdulería que no se habría notado la diferencia. Los cuatro solistas apenas alcanzaron el nivel de lo correcto, y eso para no ensañarnos con sus individualidades. Bueno, me resultaría imposible ensañarme con la contralto ya que no la pude escuchar. Y hubiese sido bueno que la soprano reconociera que el desafío de cantar semejante parte estaba muy por encima de su nivel, para que rehusara hacerlo, o al menos le dedicara un buen tiempo de estudio.
Y no olvidemos a la gran bestia, que acudió en masa llamada por la popularidad de la obra presentada, buscando escuchar el “himno a la alegría” naaaa na na na na na na na na na na naaaa na naaaa. Aplaudieron a rabiar (entre movimientos también, claro, ¿nunca van a aprender?) y salieron muy satisfechos sintiendo que han sido "culturizados" y puestos en contacto con las grandes expresiones del Arte. Nada más lejos de la verdad.
Después de esto, queda poco margen para el optimismo. El fango y la mugre nos seguirán salpicando una y otra vez. Resistiremos estoicamente.



publicado por Viveka Lindht-Strassberg a la hora 2:17 PM
|

No hay comentarios: